Brian Bolland: El Maestro del Detalle que Revolucionó el Cómic
El lápiz de Brian Bolland es una fábrica de iconos. A finales de los 70, su estilo preciso y meticuloso impuso a 2000AD como la revista de historietas más fresca del Reino Unido, y a Judge Dredd como su figura más imponente. Su inédita entrada al mercado americano abrió la puerta por la que entraron los talentos que redefinirían la industria. Junto con uno de ellos, Alan Moore, dibujó The Killing Joke, una de las historietas de Batman más populares de todos los tiempos, y consolidó el lugar del Guasón en la cultura popular. Veamos un poco qué podemos aprender del hombre que con 50 páginas se ganó un lugar fundamental en la cultura pop. Con ustedes, el primer Invasor Británico… ¡Brian Bolland!
De los Dinosaurios a los Superhéroes: Los Inicios de un Artista
Brian Bolland nació el 26 de marzo de 1951 en Butterwick, una pequeña aldea en las tierras medias de Gran Bretaña. Descubrió los cómics a los 10 años, cuando su obsesión juvenil con los dinosaurios lo llevó a comprar toda revista con un monstruo prehistórico en la tapa, desde Turok, Son of Stone de Dell Comics hasta las revistas de DC en las que Superman, Aquaman, Batman y Robin eran regularmente atacados por todo tipo de criaturas titánicas.
Ya desde muy joven sintió gran admiración por el nivel de sofisticación en la línea alcanzada por los artistas de DC en la llamada Silver Age, como Carmine Infantino en Flash, Gil Kane en Green Lantern y Bruno Premiani en Doom Patrol. Aunque se hizo principalmente fanático de la historieta norteamericana, aún consumía historieta británica, y siguió con gran afición las tiras de diario de Jeff Hawke de Sid Jordan, y las aventuras de la revista Valiant, quedando particularmente fascinado por el Steel Claw de Jesus Blasco.
Estimulado por estos artistas, Bolland despertó una vocación artística inesperada del hijo de un granjero, y ya de joven escribió y dibujó historietas crudas con sus propios personajes. Hacia el final de la década, ya definida su vocación artística, se sumergió de lleno en la contracultura de la época, representada por las radios piratas de Inglaterra, la psicodelia, la experimentación con drogas, y particularmente en los comix underground de dibujantes como R. Crumb que circulaban entre las revistas y semanarios alternativos.
Formación y Primeros Pasos en el Mundo del Cómic
Bolland estudió diseño gráfico e historia del arte en la Norwich School Of Arts, pero la gran mayoría de su aprendizaje artístico fue por fuera de la academia, mediante el contacto con otros fans de los comic books a través de la escena de fanzines. Durante este periodo Bolland descubrió la gran historia de los comics, desde sus inicios con Herriman y McCay, y la construcción básica de la figura del trinomio Foster-Raymond-Caniff, hasta la variedad de historietas que se estaban produciendo alrededor del mundo, desde Milo Manara en Italia hasta Alberto Breccia en Argentina y Alfredo Alcala en las Filipinas.
Fascinado con este mundo que había descubierto, Bolland se abocó completamente al estudio y práctica del dibujo de historieta, escribiendo eventualmente una disertación de 15000 palabras sobre Neal Adams para su tesis universitaria. Producto de esta obsesión fue una de sus primeras obras, una parodia erótica de Little Nemo in Slumberland titulada Little Nympho In Slumberland, en la que la heroína tenía desventuras en una tierra de fantasía que de una manera u otra terminaban con ella desnuda, al mejor estilo de los primeros undergrounds. Bolland se autoeditó Little Nympho In Slumberland junto a otras tiras en un fanzine de 50 copias de tirada, a la vez que contribuía arte para varios otros fanzines y publicidades de convenciones.
Una de las tiras más “presentables” de Little Nympho In Slumberland.
El Salto al Profesionalismo: Powerman y 2000AD
Sería en una de estas convenciones, la Comicon 72 (nombre coloquial de la British Comic Art Convention, no confundir con la San Diego Comic-Con) donde conocería en persona a varios otros fanáticos de la historieta del Reino Unido, principalmente a otro historietista pujante de Londres, Dave Gibbons. Rápidamente Bolland y Gibbons se hicieron amigos cercanos, vínculo que mantienen hasta el día de hoy, y cuando Bolland se recibió de la universidad en 1974 Gibbons lo recomendó para que se una a la agencia de arte Bardon Press Features.
A través de Bardon Press Bolland consiguió entrar en la industria con un proyecto muy peculiar. Una agencia de publicidad de Nigeria estaba interesada en publicar comics con un superhéroe negro, Powerman, en un intento de promover la lectura entre los niños africanos, y Bolland y Gibbons fueron elegidos para dibujarla, alternando un número quincenal cada uno. Powerman resultó una experiencia de aprendizaje muy importante para Bolland; por un lado, como no existía realmente una cultura de la historieta en Nigeria, se le dieron instrucciones estrictas sobre cómo dibujar las historias con la mayor claridad narrativa posible, en una grilla simple. Por el otro, al ver con sus propios ojos cómo Gibbons podía producir el arte de un número entero en el tiempo que le tomaba a él producir unas pocas páginas, Bolland rápidamente tomó consciencia de que era demasiado lento como ilustrador, y que iba a tener que aprender a acelerar su producción si planeaba trabajar profesionalmente de dibujante.
Los dobles desafíos, más el atenuante de que si alguna historia lo dejaba insatisfecho iba a ser publicada en un lugar donde nadie que él conociera iba a verla, hicieron de Powerman un entrenamiento de historietista perfecto, y Bolland dibujó más de 300 páginas del curioso héroe en dos años (con ayuda de Gibbons, y su amigo en común Kevin O’Neil, para llegar con esas molestas fechas de entrega), en las que ya asoma la precisión y la atención al detalle que lo convirtieron en una estrella.
Portada de Powerman de 1976, donde el estilo de Bolland ya parece definirse.
En 1977, Gibbons abandona Powerman para unirse al lanzamiento de una nueva revista semanal de ciencia ficción, pero Bolland prefirió seguir trabajando para Nigeria, nervioso de que la nueva revista no iba a durar más que unos meses. La revista, 2000AD, se convirtió rápidamente en un éxito, impulsado por una de sus creaciones más originales: Judge Dredd, la ultraviolenta sátira del autoritarismo policial creada por John Wagner y Carlos Ezquerra.
Aunque se perdió el lanzamiento de la revista el 5 de marzo, para mayo ya estaba contribuyendo portadas y algunas páginas unitarias, además de entintar a Gibbons en Dan Dare. El jefe de redacción en 2000AD, Nick Landau, conocía a Bolland desde la Comicon 72, y cuando a fines del 77 se cayó un artista para un episodio de Judge Dredd lo llamó personalmente para ofrecerle el trabajo. Pronto Bolland entró en la rotación de artistas de Judge Dredd, y sería la figura clave en terminar de definir el personaje.
Una página doble de Bolland de 1980, donde el estilo de Bolland logra hacer creíble lo increíble.
El Estilo Único de Bolland: Detalle y Dinamismo
El arte de Bolland se destacó rápidamente entre los fanáticos por su combinación única de detalle y dinamismo. La mayoría de los dibujantes de 2000AD, entre ellos el otro dibujante principal de Judge Dredd durante sus primeros años, Mike McMahon, usaban un estilo más impresionista, de figuras sueltas y entintado sucio. Bolland admiraba mucho la energía idiosincrática que McMahon estaba poniendo en Judge Dredd, y lo tomó de modelo para su propia interpretación de Dredd, pero su estilo era mucho más riguroso en su técnica, mostrando al igual que Gibbons su inspiración en el trabajo de los dibujantes norteamericanos.
Pero Bolland llevó esa inspiración un paso más allá, y partiendo de su estudio de Neal Adams, y el dibujante de Mad Mort Drucker, desarrolló una estética fotorrealista pero caricaturesca a la vez, en la que caras de volumen cuidadosamente definido aún rebozan de expresión y vida. Este estilo detallado le iba perfecto a las situaciones irónicas y delirantes en las que Wagner y el coescritor Alan Grant metían a Dredd, y aunque su perfeccionismo y consiguiente lentitud hizo que su contribución sea reducida en páginas totales, el pincel de Bolland definió el look icónico del personaje, además de co-crear a personajes clave como el Juez Muerte y la Jueza Anderson.
El Judge Dredd de Bolland en todo su esplendor, en esta explosiva tapa de 1981
La Invasión Británica: Bolland Llega a Estados Unidos
En 1979 el dibujante estadounidense Joe Staton, en ese momento a cargo de Green Lantern, viajó a Reino Unido como invitado de la Comicon, y se quedó a dormir en la casa de los Bolland. Ante el entusiasmo con el que Bolland profesó su amor por el personaje, Staton hizo la conexión con su editor para que dibujase una portada. A esa portada le siguieron otros trabajos, incluyendo algunas historietas de relleno. Bolland se convirtió en el primer artista británico en trabajar regularmente para Estados Unidos, y rápidamente sus dibujos de anatomía impecable y energía rebosante lo convirtieron en una estrella, especialmente cuando una serie de reediciones de Judge Dredd en el mercado americano (para la cual dibujó decenas de tapas) expuso su mejor trabajo entre los fanáticos.
Al poco tiempo los editores de DC estaban husmeando por Londres, buscando otros artistas de alto calibre, y pronto Gibbons también estaba dibujando Green Lantern, y lo siguió una larga línea de artistas y escritores del Reino Unido que traerían consigo una nueva perspectiva y actitud sobre cómo hacer historietas, en lo que se conoció coloquialmente como la Invasión Británica.
Bolland cumplió un sueño al diseñar una tapa de Justice League of America para el mítico editor Julius Schwartz
Camelot 3000: Un Desafío Épico
En 1982, cuando Bolland ya había demostrado su valor para DC, el editor Len Wein lo eligió para ilustrar un proyecto de gran importancia para la editorial. Camelot 3000, una reversión del mito del Rey Arturo llevada al futuro lejano escrita por Mike W. Barr, estaba planteada como una “maxi-serie” mensual de 12 números, impresa en papel Baxter, de mejor calidad que el papel de diario habitual, y estaba dirigida específicamente al floreciente mercado directo de comiquerías que estaban abriendo a lo largo de los Estados Unidos.
Aunque el popular Bolland parecía una elección obvia para generar interés entre los fans, nunca había dibujado una serie mensual, y ya era notoriamente lento en su trabajo, por lo que DC le asignó solo los lápices de Camelot 3000, que fueron entintados por Bruce Patterson y Terry Austin. Bolland, viniendo de la escuela británica de historietas en blanco y negro, no se sintió cómodo con la lógica de ensamblaje americana de delegar una parte tan vital del proceso creativo, e insistió en al menos entintar sus tapas (Y ese proceso también era tortuoso, con sus bocetos de portadas siendo frecuentemente rechazados). Para contrarrestar este ataque a su autonomía, los lápices de Camelot 3000 eran extremadamente detallados, buscando que el entintado tenga el menor rango de influencia posible, y en los primeros números incluso se experimentó con reproducir los lápices directamente, pero la tecnología de impresión todavía no estaba a la altura.
En el primer número de Camelot 3000 el arte de Bolland aún no se llega a comunicar apropiadamente a través del entintado americano
Aunque los primeros números de Camelot 3000 se produjeron a buen ritmo, y con gran recepción del público, hacia el final de la serie el perfeccionismo de Bolland ralentizó la producción a paso de tortuga. A medida que se ajustaba mejor a trabajar en el formato a color americano, en cada página se ponía más meticuloso, más detallista, más obsesionado por hacer cada número mejor que el anterior. A lo largo de Camelot 3000 podemos ver a Bolland evolucionar y refinar su estilo, partiendo de la sólida síntesis realista típica del cómic americano de Adams y John Byrne, hasta una construcción mucho más precisa y minuciosa del volumen, inspirado por el trabajo de los dibujantes franceses de Metal Hurlant como Moebius o Philippe Druillet, pero manteniendo sus rostros expresivos y sus figuras dinámicas.
Si bien esta evolución terminó de cimentar a Bolland como una estrella, también significó que Camelot 3000, planteada como una serie mensual de 12 números, terminó tardando 3 años en terminar, con el número 12 saliendo en 1985, 9 meses después del 11. Camelot 3000 fue la única vez que Bolland siquiera intentó ajustarse al ritmo de una serie mensual americana.
Bolland muestra su toque especial para los monstruos en esta página de Camelot 3000 de 1984
The Killing Joke: La Obra Maestra
Tras terminar Camelot 3000, y mientras seguía ilustrando portadas, el editor en jefe de DC Dick Giordano le dijo a Bolland que propusiera el proyecto que quisiera para su próxima historieta. Bolland inmediatamente pensó en su superhéroe favorito, Batman, y en su guionista favorito, su colega inglés Alan Moore, posiblemente el escritor de historieta estadounidense mainstream más importante de la década de los 80s.
En ese momento la estrella de Moore, otro amigo de los días del fandom de Bolland, estaba en franco ascenso gracias a obras como Swamp Thing, Miracleman, y V for Vendetta, y se encontraba preparando la que sería una de sus obras magnas, Watchmen, junto a Dave Gibbons. A la hora de definir de qué debería tratar esta historia, Bolland no dudó en señalar a El Guasón, cuyo diseño lo fascinaba desde que dibujó la sonrisa macabra del Juez Muerte en 2000AD, como el villano de la historia. Sumado a su reciente interés por The Man Who Laughs, la película muda de 1928 en la que Bill Finger se inspiró para crear al personaje, llevó a que la premisa se centre alrededor de una historia de origen del Príncipe Payaso Del Crimen. Así se empezó a conformar lo que eventualmente sería The Killing Joke, una de las historietas de superhéroes más populares de todos los tiempos.
Primera página de The Killing Joke, demostrando una narrativa soberbia desde la primera viñeta.
Como tanto Moore como Bolland habían tenido problemas para mantener sus proyectos anteriores, DC prefirió que trabajen a su propio ritmo, y se decidió que The Killing Joke fuese un one-shot de 48 páginas en el recientemente creado formato Prestige, sin fecha de lanzamiento tentativa. Moore escribió The Killing Joke al mismo tiempo que terminaba Watchmen, y Bolland se tomó casi dos años en ilustrar el denso guión, determinado en aplicar lo que había aprendido haciendo Camelot 3000 para hacer la mejor historieta posible. La manera de escribir de Moore, minucioso y obsesivo sobre la narrativa no-verbal, se ajustaba como anillo al dedo al estilo preciso y detallista de Bolland, y el resultado es una clase magistral sobre cómo contar una historia con palabras e imágenes.
Posiblemente una de las imágenes más icónicas de la historia de Batman, el nacimiento del Guasón según Bolland y Moore.
Aunque estaba orgulloso del trabajo que estaba haciendo con The Killing Joke, a último momento Bolland tuvo que comprometer su integridad creativa una vez más: Tras un cambio de liderazgo en DC, y la necesidad de explotar la fama de Moore tras el éxito de Watchmen, The Killing Joke fue asignado para ser lanzado en Marzo de 1988, forzándolo a apresurar el cierre del arte y delegar el color del libro a John Higgins, colorista de Watchmen. Bolland le dio a Higgins instrucciones específicas sobre qué paleta usar y qué uso narrativo darle al color, pero para su horror Higgins ignoró sus instrucciones y coloreó The Killing Joke con un estilo brillante y psicodélico, que si bien tenía un efecto narrativo interesante sobrecargaba la página y no cuadraba con su intención compositiva.
Para empeorar las cosas, al poco tiempo de terminar The Killing Joke Moore se hartó del maltrato respecto a derechos de autor que venía recibiendo de DC desde hace años, y renunció a trabajar para la empresa, desestimando su trabajo para ellos en la prensa aficionada. Aunque The Killing Joke fue un enorme éxito, y Bolland ganó tanto el Eisner como el Harvey a Mejor Artista, la experiencia total fue agridulce, y desde entonces Bolland dejó en gran parte de dibujar historietas que no fueran íntegramente creadas por él.
Comparación entre el coloreo de Higgins en 1988 y el recoloreo integral que Bolland emprendió para la edición deluxe en 2008
El Maestro de las Portadas y la Revolución Digital
Tras The Killing Joke, Bolland se especializó como ilustrador de portadas, teniendo largas y recordadas corridas en clásicos de DC y Vertigo como Animal Man, The Invisibles, y The Flash. Remitiendo a las elaboradas e imaginativas portadas de la Silver Age, las portadas de Bolland buscan contar una historia o transmitir una idea de manera ingeniosa, amparándose en su minucioso hiperdetallismo para vender un concepto en apariencia inverosímil.
Desde mediados de los 90s Bolland supo ponerse al frente de otra vanguardia muy particular: al ver que el coloreo digital se estaba poniendo de moda, más que nada por el tratamiento horrendo que estaban recibiendo sus tapas, decidió que tenía que aprender a manejar las nuevas tecnologías si quería que su trabajo se luciese. Recurrió a su viejo amigo Gibbons para que le enseñase a usar Photoshop, y rápidamente consiguió la tableta de dibujo digital más moderna disponible y descubrió un mundo nuevo de posibilidades. Desde 1997 Bolland trabaja integralmente en digital, tanto color como dibujo, y nunca miró atrás. El hecho de que el cambio pasó desapercibido por el público es un testamento al nivel de atención que distinguió a Bolland como artista desde el primer día.
Bolland puede aplicar su estilo sin problema a esta tapa completamente digital de The Flash de 2001.
El Legado de Brian Bolland
Actualmente Bolland se encuentra mayormente retirado, haciendo algunas tapas puntuales de vez en cuando. Cerrando el círculo de cierta manera, en las últimas décadas su trabajo de historieta se basó principalmente en un par de tiras cómicas, la semiautobiográfica Mr. Mammalian y la delirante The Actress and The Bishop, de clara influencia del underground del que provino.
Primera página de una historia de The Actress and The Bishop, que Bolland dibujó a mediados de los 2000
El legado de Brian Bolland es impresionante por la manera en la que se destacó tanto dentro del medio como entre el público. Por un lado, su arte hiperrealista y detallado, tan admirado y tan pocas veces imitado, lo hizo uno de los dibujantes más respetados entre sus pares, y la evidencia primera y principal del talento que existía del otro lado del charco. Pero para la cultura popular, Bolland es un forjador de iconos; para una generación que se crió en la cresta de la segunda Batimanía, The Killing Joke es la imagen mental de Batman y el Guasón, y un ideal platónico de cómo se debería ver un buen comic book. Un historietista no puede aspirar a mucho más que eso.
La influencia de Bolland en el mundo del cómic es innegable. Su atención al detalle y su habilidad para crear imágenes icónicas han inspirado a generaciones de artistas. Si te apasiona el arte del cómic y quieres llevar tus habilidades de dibujo al siguiente nivel, hay recursos disponibles para ayudarte a desarrollar tu propio estilo único.
El trabajo de Bolland en Judge Dredd no solo definió al personaje visualmente, sino que también estableció un nuevo estándar para el arte de cómic en el Reino Unido. Su capacidad para combinar un realismo detallado con una narrativa dinámica es algo que muchos artistas aspiran a lograr. Si estás interesado en perfeccionar tu técnica de dibujo de personajes, podrías encontrar inspiración en el trabajo de Bolland.
La transición de Bolland al mercado estadounidense y su trabajo en Camelot 3000 demostraron su versatilidad como artista. Su capacidad para adaptar su estilo a diferentes géneros y formatos es una habilidad valiosa para cualquier artista de cómic. Si quieres explorar diferentes estilos y técnicas de dibujo, el viaje artístico de Bolland puede ser una gran fuente de inspiración.
The Killing Joke es quizás la obra más conocida de Bolland, y con razón. Su colaboración con Alan Moore produjo algunas de las imágenes más icónicas en la historia de Batman. La atención al detalle y la narrativa visual de Bolland en esta obra son verdaderamente magistrales. Si te interesa mejorar tu narración visual en el cómic, estudiar The Killing Joke podría ser un excelente punto de partida.
Finalmente, la adaptación de Bolland a la era digital demuestra la importancia de mantenerse al día con las nuevas tecnologías en el mundo del arte. Su transición sin problemas al arte digital es un testimonio de su habilidad y adaptabilidad. Si estás considerando dar el salto al arte digital, la experiencia de Bolland podría proporcionarte valiosas lecciones.
En resumen, Brian Bolland es un maestro del cómic cuyo trabajo continúa inspirando y asombrando a artistas y fans por igual. Su legado es un testimonio del poder del arte detallado y la narrativa visual en el mundo del cómic.